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A personas que cuentan su historia a cualquier desconocido (cuando esperan en un consultorio, por ejemplo). A quienes sostienen largas conferencias por teléfono, y sus frases empiezan “Yo”. A personas que dependen de la atención y dedicación de quienes los rodean. A charlatanes que todo lo exageran. Personas que no dejan ir a otro sólo para que las escuchen, dejando agotados a los demás. A personas calladas pero que se comportan de manera similar. A personas quisquillosas de cómo va su proceso curativo. Personas pesadamente descriptiva y monótona al hablar y que tocan a su interlocutor. Personas que se instalan en una casa sin la menor consideración y sólo se las invitó a tornar café. A niños que hablan mucho y de manera atropellada y se meten en las conversaciones de los adultos, son presumidos. Personas que sufren estados transitorios Heather, como las que experimentan cambios en su personalidad por estar en cursos de meditación y no pueden reprimir hablar de ello incesantemente y con todo el que se encuentran. A terapeutas vanidosos.
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