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A padres y abuelos preocupados excesivamente por los niños y que no pueden conciliar el sueño hasta saber que están bien. A padres divorciado que se sienten solos y se aferran a sus hijos. A los que no han podido cortar el cordón umbilical que los liga a otra persona. A mujeres que aman demasiado y a la menor crisis aman un zafarrancho. A niños en etapa en destete (dar a la madre y al bebé). A hermanos gemelos que tengan que separarse. A mujeres en periodo de puerperio (etapa entre el parto hasta la primera menstruación). A personas atadas a sus seres queridos fallecidos. A toda persona indecisa ante una posibilidad de ruptura o divorcio. A familiares de un enfermo (la angustia y el temor por el bienestar de otro, en vez de ayudar produce más daño). A terapeutas cuando sienten ansiedad por su paciente o lo sobre formulan por temor a que se agrave. A madre que utilizan a sus hijos para satisfacer sus necesidades emocionales (vinculo – cordón). A personas en duelos mortuorios.
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